OPINIONES

viernes, 12 de octubre de 2007




26-05-2006


Los jóvenes españoles parecen crecerse ante el silencio de las autoridades con respecto a las manifestaciones convocadas los dos últimos domingos en distintos puntos de España. "Por una vivienda digna" ha sido el lema de lo que anuncia ser una serie de protestas contra el alto precio de la vivienda y la precariedad laboral.
Hoy en día, los españoles de entre 20 y 30 años emplean de media el 54% de su salario mensual en pagar el alquiler de una vivienda o, en caso de compra, su hipoteca. En los últimos 8 años, el precio de los pisos se ha disparado en un 150%, y más de la mitad de los menores de 30 tiene contrato temporal.
Los dos últimos domingos, miles de jóvenes se han reunido en las principales ciudades españolas donde, a través de sentadas masivas, han defendido su derecho a tener una seguridad laboral y la posibilidad de mantener un piso sin contar con la ayuda familiar.
Misión imposibleAl comprarar los sueldos con los precios de las viviendas, a la mayoría de los jóvenes le resulta prácticamente imposible enfrentarse a una hipoteca a menos de 40 años, o incluso a un alquiler.
Por todos estos motivos, miles de jóvenes "mileuristas" y autodenominados "rebeldes sin casa" no cejarán en su empeño de acabar con la especulación del suelo español que, cada vez más, imposibilita a los jóvenes el acceso a una vivienda y provoca el encarecimiento progresivo de las mismas.
Si, en el caso de propietarios de viviendas privadas, las pautas las marca el mercado, se espera entonces que sean las entidades públicas las que posibiliten alternativas. Sin embargo, sólo el 4,5 % de españoles de entre 18 y 34 años cuenta con una vivienda de protección oficial, y un escaso 10% recibe ayudas públicas para adquirir una casa. Además, en ningún otro país de la UE los jóvenes se emancipan tan tarde como en España.
Hecha la ley, hecha la trampaTras llegar al poder en marzo de 2004, consciente de que éste era uno de los principales problemas de la sociedad española, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero creó el Ministerio de la Vivienda. Desde entonces, no sólo los precios no han bajado sino que se ha agravado el problema de la especulación, con viviendas de protección oficial, que son las que el asigna el Estado aleatoriamente a aquellas personas que previamente y, tras el comprobado cumplimiento de determinados requisitos económicos, las han solicitado. Sin embargo, cada vez se destapan más casos de compra-venta de este tipo de viviendas en los que los poseedores cobran al comprador el precio oficial que debe aparecer en el contrato y, aparte, una cantidad en dinero negro que nadie declara. De esta forma, la especulación inmobiliaria alcanza impúdicamente a absolutamente todo el mercado inmobiliario.
El Gobierno, consciente del problema, insiste en que el control en la asignación de viviendas de protección oficial se endurece progresivamente pero, además de éste, son necesarias muchas otras medidas para que el precio de las viviendas se estabilice.Las propuestas que hasta ahora ha hecho públicas el Ministerio de la Vivienda no parecen, sin embargo, tener una gran acogida por parte de la juventud. Es el caso de la construcción de viviendas de protección oficial de 25 ó 30 metros de superficie para, en palabras de la ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, "un determinado ciclo de la vida de las personas". Este debate sigue abierto, como se comprobó en la manifestación del último domingo en Madrid, en la que los jóvenes blandían pancartas con el lema "Con el despacho de Trujillo, yo me hago dos pisillos", aludiendo a los 77 metros cuadrados del despacho de la ministra.
Otra iniciativa llevada a cabo por el Ministerio de la Vivienda ha sido la de promover los alquileres, pero, teniendo en cuenta que el precio de un alquiler es muy similar a la mensualidad de una hipoteca, las ayudas de hasta 6000 euros para habilitar viviendas vacías y ponerlas en el mercado en régimen de alquiler no afectan demasiado a la juventud que, con o sin contrato fijo, tiene un sueldo medio que no alcanza para pagar ninguna de las dos opciones.
Ante este oscuro panorama, los jóvenes españoles siguen intentando hacerse escuchar. La convocatoria para el próximo domingo se está llevando a cabo de forma idéntica a las dos anteriores, cuando los manifestantes acudieron tras recibir desde abril mensajes en su celular y correos electrónicos, con una invitación a la protesta en la que se indicaba hora y lugar. El origen, desconocido. El resultado, abrumador. La próxima cita, el domingo. Y ya es la tercera.

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